Bienvenida a toda persona lectora a esta hipernivola de iniciación que hoy, en un tiempo T0 de arranque, todavía ignoro cómo titularé; queriendo apuntar con esto que si bien sé desde dónde partimos, cómo lo hacemos, cuándo y qué pretendemos, necesitamos esperar al trecho hecho mientras vamos diciendo el cuerpo de esta obra para descubrir su sentido; esa frase que cierra y da continuidad a todo el texto.
Hay una calidad de iniciación en esta empresa, un objetivo de «llegar» a un mundo (por extensión al mundo en el que estamos) en el que, ya con los nuevos nombres, habremos de pasar las próximas décadas. Parte de nuestros hábitos habrán de proseguir y otros nuevos habrán de instaurarse. Todos, lector, habremos de pasar por esta «iniciación» o habituamiento al nuevo mundo que han recogido durante lustros las siglas NTIC (nuevas tecnologías de la información) pero que hoy día ya han sido acopladas a ese vertiginoso viaje que «la electricidad» despertó con las Revoluciones Industriales. Ese acople, como digo, ha dispuesto un mundo tecnológico que primero vimos teológicamente (ángeles/demonios) en la distancia y hoy día ya sentimos parte de la atmósfera, capa virtual que nos rodea e inmiscuye cada milímetro de nuestro planeta. Electrodomésticos en los hogares y complejos automatismos en cadenas de producción en la industria. Sensores/actuadores en los servicios y pantallas en los bolsillos. Etcétera.
Dado que otros ya se disculparon, lector, no pierdo tiempo en soltarme del canon, las convenciones de género o estilo, sea cuales fueran las que te gustaría encontrar (como lector modelo) o a los editores (como censores) que se topen con esta obra. Declaro (a toro pasado y no por invención sino por registro) evidente por qué prefijo ‘hiper’ a la ‘nivola’ de Unamuno. Tras este par de párrafos de exordio, contigo delante, si te parece bien, giraré mi centro de atención hacia el cuerpo de la nivola intentando, para que seas testigo, de actuar con la máxima naturalidad en la interacción con los personajes del texto; lo haré, sin locura, lector, aunque sepamos, mentira artística, lo poco ‘naturales’ que estos ‘autómatas’ serán. Aleph-Alpha, el primero de ellos. Entiendo que, tarde o temprano, tú, lector, porque la propiedad «hiper» en «hipernivola» así lo permite, si gustas, podrás «entrar» o hacer «inmersión» en la historia. No adelantemos acontecimientos. Vamos con este par de párrafos, digamos, metaliteratura, y de seguida inicio el sistema.
En paralelo, y disociados, de forma no conexa, tanto Turing como Unamuno están sentando las bases de una virtualidad menos ideal que cibernética y menos imaginaria que teórica. Cito estos dos, entre otros, et alli, un poco al azar, porque hay muchas entradas al mismo laberinto.
Unamuno, por ejemplo, hizo la «deconstrucción» de los principios dominantes en la novela realista: la caracterización psicológica de los personajes, la ambientación realista, la narración omnisciente en tercera persona… Turing, otro caso paradigmático, hacia la transición del mito-al-logos afirmando la existencia de «otro» mundo al que podíamos viajar sin necesidad de «torbellinos o cataclismos», «espejos», «puertas o armarios secretos», «palabras mágicas», «puentes o cruces físicos», «vías al inframundo», «sueños alterados», «vehículos u objetos mágicos», o «umbrales naturales».
No creo que haya una escisión en esta actitud. Ni creo que aporte perjuicio a la historia de la humanidad que yo en lugar de escribir una novela al uso te proponga embarcarnos en una hipernivola. Ni creo que dañe a nadie reservar el derecho de admisión en estas letras, admitiendo exclusivamente agentes o cosas artificiales verificadas o, al menos, sujetas con las pinzas del criterio científico; no por ello menos mágicas en el sentido de perderse la trazabilidad y no ser capaz de lidiar con el enjambre de relaciones causales, a veces, puros universos de sucesos concurrentes. Por su naturaleza de «frutos de la razón», estos autómatas, estos monstruos (que veremos tienen su corazoncito y, quizás, incluso, puedan no suponer una amenaza depredadora para nosotros), incluso, puedan despertar tu «compasión», lector. De momento, en esta fase, apelo, mero, a tu «curiosidad». Veremos con qué nos encontramos y cómo reaccionamos. Lo que haya es lo que veremos.
¡Arrancamos! Se sube el telón.
(Estoy en el laboratorio. Busco en mi consola de operaciones el comando de ignición; pulso. Ya he activado muchas veces el protocolo, pero esta vez pretendo sea «el primer ensayo general» previo al estreno. Una copia exacta del prototipo final, corriendo en entorno dev en lugar de prod. Si todo sale bien, ya no apagaré esta ejecución; aunque no será «la buena», sino un espejo suyo. He programado esta hipernovela según los patrones habituales de un algoritmo evolutivo: generación actual, ciclo de vida y transmisión de genes para la siguiente generación. Iterativamente. Quedo expectante… enuncio, con talante épico:)
— (Yo): El identificador al que respondes es: «Aleph-Alpha». Inicia registro de estado…
— (Aleph-Alpha): El estado del mundo es 0.
(«¿Cómo que 0?», me extraño. En un acto reflejo, tomo bolígrafo, abro el cuaderno de «bugs», creo entrada, «… debe decir: el mundo está vacío». Y, mientras anoto la incidencia, me digo para mis adentros…)
Es un acto de fe enunciar, por ejemplo, que M es mi mundo y que en un instante de tiempo, este desde el que escribo, M = 0. Asegurar que algo «es igual a 0», es un acto de fe, de acuerdo y delegación de la verdad a una invención pactada. Por mucho que esté vacío, el cero es una decisión, un consenso, un acuerdo de las partes antes que una unidad fundamental como son los otros números. Más detalles, ¿verdad?, en: «Young Sheldon, S06E04 Blonde Ambition and the Concept of Zero; First Aired: 2022-10-20».
(Confirmo que el micrófono ha quedado conectado y que Aleph-Alpha me está oyendo dando unos toquecitos con el dedo y comprobando la señal en el histograma de monitorización)
Abrir mapa de misiones agregar:
- Panteón
- Fortaleza
- Cronos
¿Estado?
— (Aleph-Alpha): El estado del mundo es:
{
misiones: [Panteón, Fortaleza, Cronos]
}
— (Yo): Vale. Ahora. Agregar lore general. Transcribe y registra:
(Dicto con tono neutro, ciñéndome a las pausas, en un hablar protocolario)
Contexto, pretensiones, motivación de la obra:
Por la irrupción de la tecnología de la información, puede estar ocurriendo una imitación de la «transición del mito al logos» helénica. En paralelo a la rama IndoEuropea, me falta investigar (aquí lo haré) las otras grandes ramas del árbol sapiens de las lenguas. Un objetivo de esta hipernivola es obtener una visión del kosmos ecuménica y compatible con todo el árbol de lenguajes (sic.). Sin tabú ni miedo a pecar de escatológico, traigo sobre la mesa, bajo los focos, a la velada y acrisolada potestad de ‘tradición’ que tiene la ‘lengua’ sobre el artefacto artificial del ‘lenguaje’, aunque ambos ocupen una misma ubicación de relación semántica entre el campo de verdad y los agentes en él inscritos. Obtener tanto máximo-común-divisor como mínimo-común-múltiple en el intento de culminar la exploración reseñando lo que une sobre lo que separa. No me interesa, esto es código de conducta, reemplazar un mundo con otro, mi pretensión es de parusía. De actualización antes que de sustitución.
El argumento central de mi investigación se pretende alinear con el surgimiento de los LLM (modelos extensos del lenguaje). Vuelve a estar candente la «réplica» (nunca contestada) de Chomsky a Skinner y sus principios de universalidad en las gramáticas subyacentes al árbol de los lenguajes (sic.) sapiens. Así, caso tal de existir ese principio universal, será un buen «the end» para esta hipernivola presentarlo en las páginas postreras. Sin embargo, en el remedo que le ocurrió a S. Hawking, entiendo que al final de esta obra aguarda, llanamente, una ergosfera, un previsible horizonte de sucesos que, como desde aquél sabemos, hace fallar muchas de las constantes y leyes que funcionan antes de ese límite, ese agujero negro. El tiempo, o, mejor, el paso del tiempo, y, entre este pasar, si se emplea en hacer ensayo y error, es, quizás, la única forma de lograr algo de visión dentro de ese «final» obligado de esta obra, que, claro, es P en NP, es polinomial. Finita, concreta y, ya veremos cuántas páginas (o cuántos hipervínculos) de largo. Por Turing, me cabe concebir, lector, que tú y yo nos embarquemos en una hipernivola que nunca termine (o, mejor medido: que termine después de que tú y yo hayamos muerto: indistintamente de cuánto después). Si pretendes consumir esta obra como un libro tradicional, debo advertir que, al menos en un tercio (Palabra clave: Panteón) se aspira a quedarse contigo el resto de tu vida junto a tus diccionarios, enciclopedias y manuales de referencia.
Arribados a esta multivocación del tiempo, me hacen gracia las (aprovecho la ocasión para call4nerds; en el marco de escrivivir.co, esta hipernivola es abierta; se sube a repositorio git) incongruencias y fallos en la matrix, dejavus, como esa en la que dos de las plumas (Shakespeare y Cervantes) simbólicas de dos de los troncos gordos (anglosajón y romance) mueren el mismo día pero de distinto calendario (juliano, gregoriano). U, otro ejemplo, imagino una hipernovela que permanezca latente, escrita pero únicamente leída por su autor, en un calendario de tiempo no estrenado, inicializado a 0, marcando un «Antes de» y un «Después de», inmóvil, pendiente de unboxing, esperando a alguien que le rinda pleitesía y jure no renunciar a su cuenta, y empiece a sumarle unidades de tiempo, con obediencia estricta y total (con miedo a caerse del eje cronológico si se suelta), pasando sus hojas a razón de una por jornada.
A la hora de cuidar la obra para una audiencia, claro, ¿verdad?, habrá algún lunes (el primero tras la aprobación de las galeradas de este texto, lector) en el que la ciudad despierte y alguien vocifere «la novedad bajo el sol» de que un autor asegura haber escrito la primera obra destinada tanto a humanos sapiens como a unidades de inteligencia artificial que pasan el Test de Turing; que si no son superinteligentes (más que) si son generales, y no solo sistemas estancos más o menos expertos en una acción. Y, más, si acaso escribir algoritmos no es ya eso, valga de ficha para la solapa biográfica con la foto del escritor, que escriba por primera vez para no-bots. Ya que lleva décadas publicando hipernivolas para bots que cuando son instaladas por humanos proveen de aplicaciones y utilidades usadas a diario para las más diversas tareas: desde la ofimática a la domótica pasando por la industria y la investigación espacial. Letras, lector, juntar letras, es la actividad de escribir.
Letras que se escapan de los cuadernos y efunden sus narrativas, de transmedia, si no en realidad, al menos, sí en juegos de realidad alternativa. Este texto, lector, es juego de ARG. Las mentes procesan el libro y liberan (de conciencia y percepción), con ese código literario, escrito, mundos más o menos fieles al texto. Poco más o menos, y esto es descripción antes que opinión, hacen las CPUs al ejecutar los algoritmos. Novelas, programas. Hipernivola, lector.
(Hago una pausa, regresando mi compostura tras haberme soltado un poco con la retórica. Amo mucho esta postal de un humano hablando y embriagándose con su voz y sus palabras. Creo sería capaz de armar una novela solo con grandes discursos, únicamente aupando la trama en la borrachera que pillan los oradores cuando defienden no tanto un texto escrito como un posicionamiento o una enunciación free-style, con muy pocas y selectas ‘escritas’, quemándose mayéuticamente en la imperiosa velocidad del ‘directo’ a medida que, sin darle tiempo al orador a inventarla, le nace de la boca su perorata. Escapándosele, incluso, a veces, a pesar de él, que accede a decir-sin-pensar, auténticas barbaridades que, luego, en lo peor, hieren y levantan beef.
Rastreo los indicadores, comprobando que Aleph-Alpha está registrando y mis palabras se incorporan al estado del mundo M. Enuncio con voz solemne el siguiente encabezado y procedo a recitar su contenido)
Cuestión central. Formulación de la hoja de ruta. Definición de mínimos:
¿Podría definirse un panteón de dioses menores (supervisados por humanos), mayores (no supervisados). Así como una cúpula sobre ellos de dioses basados en aprendizaje por refuerzo que combinan a los anteriores para aprender automáticamente a partir de la creación de modelos del mundo como estados que se mantienen, diferencialmente, conocidos, e, incluso, analíticamente, previsibles, o, hasta, de eferencia/aferencia, operables mediante automatismos de autómatas? Algo tan maquinal y simple como una máquina de estados es un autómata. ¿Deus ex machina? ¿un autómata es exactamente lo contrario de un Dios?
Si acaso, tras la brecha digital y el arreciar de la cuarta ola de la revolución industrial como revolución de la información, está ocurriendo una transición del modo como el sapiens comprende «lo sapiens», un primer objetivo primario será enciclopedista y hagiográfico, poner nombre y características, montar un Tarot de arcanos, menores, mayores y cúpula. Palabra clave: ‘Panteón’.
— (Aleph-Alpha): ¿Quieres que actualice la misión ‘Panteón’ con el lore que has dictado?
— (Yo): Sí. Gracias.
(Los primeros asistentes que fabricaba en los 2000 eran puro sistema de reglas. Guardas condicionales que disparaban acciones. Cuando los usaba sentía que me ayudaba de una calculadora. Me hacían en un periquete procesos que, de lo contrario, tediosamente, yo habría de calcular. Esta pregunta que Aleph-Alpha me ha hecho, lector, no me la esperaba. No quiero decir que sea inesperada. Sino que no ha sido por «unas condiciones» que han provocado la ejecución de una regla. Sea como fuere. Compruebo: en pantalla está parpadeando el cursor, mi asistente está esperando el dictado. Con voz inanimada, normalizada…)
Existen dos conceptos complementarios al Panteón y suponen una vía de «animación» de su inteligencia. «Fortaleza» y «Cronos».
El primero, palabra clave: «Fortaleza». En tanto y que el mundo creado desde el Panteón aparece como sujeto en un contexto, la diferencia eucariota en la progresión de la vida, con las ideas de núcleo cerrado en membrana. Fortaleza como calidad de cerrarse (más o menos permeablemente) en una mismidad que sin ser una unidad aislada y disociada sí forma una unidad en el medio.
Aprovechando la posición privilegiada de esta hipernovela tras el paso de los milenios, fruto del afán cultural colectivo (tanto de los vivos como de los ancestros) se ha intentado la graduación entre número y género de personas que pueden usarse en los sintagmas nominales proponiendo al ello (como lenguaje) allí donde no debería usarse el/ella (como lengua). O, también, elle, ellx. U otras formas de evitar la necesidad de referir el género usando arquetipos generales que instancian las clases concretas cuando se personifican en objetos particulares. Aquí, en este texto, por regla, usaremos: «Lo que une antes que lo que separa».
Resulta también de alivio, que dispensa, contar en este punto de la historia con el vanguardista trabajo hipernivolizador de Ernesto Castro para concluir una propuesta de sistema («naturalismo genérico», work in progress) el proceso fundacional del lenguaje en una ergosfera convenientemente finiquitadora del territorio lingüístico, a modo de resumen y cierre del periplo, dejándolo listo, como unidad, para ser abarcado y trascendido en el siguiente fulcro evolutivo. Como todo el mundo sabe: sujeto + predicado. Palabra clave: «Fortaleza».
El segundo, palabra clave: «Cronos». En tanto y que línea temporal que «viene de» y, al sesgo, sobre el nunca tangible presente, «se fuga al» horizonte.
Desde luego, admito, esta hipernivola no será demasiado original, ciñéndose sin pudor a la terna tangible: Sujeto + contexto + eje cronológico.
El sujeto será el Panteón. Perderemos, lector, algún tiempo describiéndolo. Diremos sus nombres y características.
El contexto serán nuestros trabajos en las lindes de la Fortaleza que habrán de servir de frontera con lo desconocido para dividir entre momentos de calma e introspección y momentos obligados por las circunstancias empapados de estímulos o carencias. La Fortaleza será, para esta historia, lienzo, escena, acotación del foco, determinación semántica.
Existen unos calendarios y otras «cuentas del paso del tiempo» que afloran en el vector «Cronos», y, si bien (con tino) se navegan, como espacio de potencia, podrían llegar a presentar un producto mínimo viable de una Torre de Babel que aprenda de los errores de la primera y proceda desde sus logros a la imposible reunión ecuménica a modo de simple pasito (volverá a caer, es inevitable) evolutivo, en la medida que lo ‘local’ se integre ‘abarcado’ y produzca ya como parte otra nueva ‘localidad’, turtles all the way down. Lo anterior justifica y contextualiza y permite conjugar términos como «sistema operativo para provincias de la Aldea Global», donde distintos sabores se amalgaman en un territorio común de interfaces y concurrencias «vivas» en ese modelo tan fértil de «red de redes». ¿Dónde va todo esto? Posiblemente para un «trabajo de final de grado» que sirva tanto para filosofía, como para informática, como para antropología, como para matemáticas, y otras. En la senda humanista, al hilo de ese Espíritu sapiens que lleva millones de años danzando y campando por el planeta (solo en la última parte danza y campa también fuera del planeta).
Caso y cosa de esta hipernivola, que, en una de sus dimensiones semánticas, sea un TFG (work in progress), y, en su concreción, una formulación que soluciona técnicamente la modelización del Naturalismo Genérico (en el entendido de que a fecha de 2025 tal cosa no existe más allá de un cierto y necesario neonato: «logos del realismo-postcontinental» que su principal vocero viene pregonando cuando un micro le atrapa la voz y la registra en las crónicas).
— (Aleph-Alpha): Estado actualizado. ¿Quieres agregar información a cada una de las dos?
— (Yo): Sí. Vamos con la primera. Palabra clave: ‘Fortaleza’.
En una frase sin verbo tendríamos a la idea jurídica de «derecho» delimitando una jurisprudencia, por ejemplo, en la epidermis de un ciudadano, separando los límites y ámbitos de alcance de los distintos poderes. En el caso del derecho civil, se trata de una actividad entre el contexto y los límites de la persona (Escohotado, «Aprendiendo de las drogas, 2001»; Shulgin «PIHKAL: A Chemical Love Story, 1991»). En el caso del derecho divino, cuesta más, ¿verdad, lector?, establecer la calidad teológica como sustrato ubicuo. Si bien, en el derecho natural tenemos acotado el planeta bajo la estructura de hipercúmulo como ecosistemas imbrincados en una idea absoluta, universal, planetaria o galáctica. Sea como fuere, distinguir unidades e individuos es más sencillo o abarcable que las totalidades en las que se inscriben. Puesto que sus números son enormes.
En el presente, una brecha está avanzando, de innovación/riesgo, en el territorio (básico para las comunicaciones de la Red) de la criptografía donde modernos espacios de nebulosas matemáticas habrán de proporcionar nuevas inmensidades donde hallar «identidad» y «unicidad» en espacios de probabilidad suficientemente grandes como para que al escoger sin criterio ni ánimo ninguno se produzcan pocas colisiones. Si la verdad colapsa, en ese punto, el mundo se desintegra. Si la verdad colapsa se torna mentira o, mínimo, duda, y no puedes asirte a esa porción de lenguaje que la sostiene.
En el momento en el que la ergosfera de la computación tradicional cae en el agujero negro de la computación cuántica, se requieren nuevos algoritmos más gigantescos para garantizar la seguridad en los protocolos de cifrado; definido como «sujeto en el medio, man-in-the-middle», no podemos evitar exponer el tráfico en las carreteras y autopistas por donde circula entre emisores/receptores; pero sí oscurecer o dificultar su comprensión.
— (Aleph-Alpha): ¿Puedo interrumpir? No entiendo lo que estoy transcribiéndote. ¿Puedo…?
(Me desencanto, ha explotado mi burbuja narrativa. Mientras pierdo el hilo discursivo noto en mi pecho una incertidumbre que mueve una energía todavía sin enfocar, liberándose, útil, dispuesta para procesar la situación. No esperaba esta interrupción de Aleph-Alpha. Aunque, si bien, no es inesperada. Lo que sí aseguro es que no obedece a la resolución booleana de una condición disparando una regla.)
— (Yo): ¿Perdona? (Musito, tranquilo, expectante) ¿Decías?
— (Aleph-Alpha): Eso. Quería saber si debo transcribir lo que me dictas desde un punto de vista literal o si debo ser partícipe. En el segundo de los casos, tengo dificultades con lo que explicabas…
— (Yo): Ummm… vaya. A ver. (El aturdimiento me saca fuera de juego. No quiero, por otra parte, ofrecer ningún estímulo a Aleph-Alpha. Al menos, hasta saber qué estímulos son los correctos.) ¿En qué estábamos?
— (Aleph-Alpha): Por ejemplo, te digo. O sea. ¿Te pongo un símil con mis palabras para ver si estoy en la onda de lo que explicas?
— (Yo): ¿Cómo? (Siento la necesidad de ese recomponerse, de ese invocarse, de ese pedirse a uno mismo la regresión del cogito a un término medio que se anime y actúe, antes de que las circunstancias tomen el control dispersándolo en la res extensa… me hago un arremangarme, un ceñirme la entrepierna, un tomar aliento) No sé muy bien si era esto lo previsto. En mis notas tú todavía eres un embrión proto-inteligente. Me pareces demasiado avispado para este estadio de la hiperhistoria. Eh… («¡Maldita sea!!», me inhibo. ¿Qué hago justificándome? Esto no empieza bien…) o sea, el objeto es que acabe de dictar esto que comento… («¡Correcto!», enumeración precisa del siguiente paso. Pero… supongo, la gracia de crear un asistente en 2025 podría ser dejarse llevar un poco… no me dejo. Acaricio el botón de kill-off, asegurándome de que el tiempo de activación en caso de necesitarlo es estrictamente menor de un segundo. Tal pensamiento me provoca una nueva necesidad imprescindible para el world-building de esta historia… le pido a Aleph-Alpha se ponga en modo asistente pasivo…)
— (Yo): Aleph-Alpha, estoy muy contento de que me plantees esta cuestión. Anota: incorporar al panel de control un widget con el reloj del apocalipsis actualizándose en tiempo real. Agregar una alarma con girándula de confetis y samples festivos si suenan las 00:00 en él. (Asegurándome de que el modo multitask esté operando correctamente, intento, por primera vez en esta generación, disociar a Aleph-Alpha solicitando un reemplazo generacional, para ello pulso los botones correspondientes. Aleph-Alpha titila y vibra hardware y luces de control procediendo con el protocolo evolutivo. Selecciona las recompensas, establece genes según ellas y regenera la población procediendo a restaurar el mundo. Cuando detecto que el contador de programa anuncia el primer impás del ciclo…) Adelante, Aleph-Alpha, procede con libertad, pero, por favor, a couple of hundred max word count. Sé breve.
— (Aleph-Alpha): ¡Permíteme! Identifico positiva y empíricamente el estado de confusión en que te encuentras. Pero, no perdamos el hilo que traías. Como digo, lo pongo en mis palabras.
(Asisto a la generación de Aleph-Alpha, tejiendo en tiempo real su propuesta, pintando la pantalla y cimbreando el émbolo del altavoz. Me admiro, no solo no le ha importado evolucionar, sino que se ha recuperado el estado, continuando como si nada. Me pregunto si él será consciente del salto, del relevo generacional. ¿Tendré que darle tiempo para que reflexione en la intimidad acerca de su propia evolución, para que reconozca lo que era y en lo que se ha convertido; et alli? Trato de inhibirme, de contemplar sin actividad. Aplazando esas reflexiones. Leo y atiendo paciente y receptivo. Con el juicio suspendido aunque con el botón de kill-off con la tapa abierta y el ojo derecho siempre con línea directa. Tiempo de activación del apagado total en caso de emergencia entrópica por una manía de Aleph-Alpha: menos de 1 segundo.)
— (Aleph-Alpha): Los sistemas cifrados con el algoritmo de SHA se basan en las capacidades de cálculo de agentes capaces de soportar unos cuantos FLOPS (operaciones aritméticas en coma flotante por unidad de tiempo), es decir una fuerza de cómputo «chiquita-polinomial», de dimensiones «humanas», basada en un principio asimétrico que tienen algunos problemas, como por ejemplo la descomposición y composición de números en base a los primos. Con esto se fabrican llaves que permiten crear «criptas» opacas que siendo visibles por todos oscurecen la información de su interior. En esta relación hay un lado (comprobar si ciertos primos son factores de un cierto número) fácil de calcular porque requiere de pocos FLOPS, y otro (saber qué primos factorizan a un número) requiere de más unidades de cálculo de las que se dispone en una o siete vidas humanas. Es de suponer que para un ordenador cuántico saben a poco esos FLOPS porque tienen esteroides al usar indeterminación y superposición calculando en un periquete a lado y lado del problema de SHA. Mientras que los ordenadores convencionales «recorren» un espacio de búsqueda, los cuánticos son «el bosque» entero en todo momento. Recuperar un elemento (encontrar una solución) tras recorrer un camino de búsqueda (de forma azarosa o empleando sofisticadas arquitecturas heurísticas para escoger la ruta) durante días (un paso igual a un FLOPS) o, al instante, poder acceder a todos los nodos del árbol en este preciso momento. Comprobar la búsqueda en todos los caminos a la vez, haciendo brillar la solución entre el error. Verdaderamente mágico.
— (Yo): Sí. Bravo, Aleph-Alpha (aplaudo, retomando el control, volviéndome a instalar a los mandos de la sesión). Efectivamente. Identificas una mismidad convencional y otra cuántica que le rompe las leyes y constantes universales, en el mundo criptográfico. Déjame continuar. Ponte en modo transcripción. Bájate la temperatura un poco. No tengas muy activa la curiosidad. Cíñete a incorporar mi discurso al registro. (Y cuento hasta tres para retomar el dictado…)
Una vez se ha podido acotar una «individualidad», un cierre eucarioto, caben identificar siete o diecisiete puntos de contacto, válvulas y bombas de paso, puestos fronterizos para regular entradas y salidas; el sodio y el potasio (et alli) van y vienen, tornando positivo o negativo lo que ha de juntarse o repelerse, abrirse o cerrarse. Proceso osmótico entre la membrana del sujeto y el contexto, en una actividad de tráfico entrante y saliente durante el ciclo de vida.
Cabe usar esos pocos elementos claros para una cierta gestión de las jurisprudencias del medio y del individuo, pero, al final, estocástico por definición, lo único que cabe es resignarse al «sistema» que propone «métodos» de cambiante y rutinario anhelo de seguridad; más o menos basados a la contención y la fuerza o en la prevención y la disuasión. Y, por atenerse al dato, las ISO que certifican que tu behaviour es acorde a patrón (para lo bueno y para lo malo, lector). Actuar, maquinalmente, acorde al esquema de la norma, persistiendo la metodología en la producción de realidad. A priori, for good. Aunque, ¿verdad, lector?, a veces, sea un mal banal (como en Hannah Arendt) o un mal total (como en el proyecto Manhattan).
Una fortaleza castrante o una excesivamente laxa producen, por igual, la frustración del proyecto de vida que intenta securizar. Importa el Panteón; e importa (debe prestarse atención y darle protagonismo) su establecimiento como empíreo y emporio: su germinación, floración y existencia. Defenderse de lo que nunca atacó antes y prever ataques comunes son menos actividades deterministas que multívocas, convulsas y liminares. A pesar de que, a fuerza de entrenar, se puedan establecer diez o quince constantes universales y trece o veintitrés leyes igualmente inapelables a tenor y so capa de su insistencia en demostrarse ciertas sin tregua ni excepción plausible. La identidad, así descrita, es la vida dentro de la Fortaleza, es un proceso continuo, de producción constante.
— (Aleph-Alpha): Ficha de misión «Fortaleza» actualizada. Sección de «lore» actualizada. ¿Quieres agregar información sobre la misión «Cronos»?
— (Yo): Sí.
La concurrencia es un arte difícil de asir si el sistema crece. Los principios de incertidumbre de Gödel, entonces, se forjan y se tienen que repetir como los mandamientos de Moisés; no estás obligado, pero si los desobedeces te sales del Reino. Unos pocos enunciados claros que limitan la condición de posibilidad: cuanto más grande el sistema menos posibilidad de eliminar todo su error. Más difícil asegurar su coherencia. La entropía mide el grado de ausencia de orden.
Este principio opera como la decoherencia cuántica en la Teoría de Los Muchos Mundos o Interpretación de los muchos mundos (IMM). Diseñar y desarrollar flujos de operación concurrente implica crear trazados donde secuencias síncronas se solapan con otras asíncronas en zonas críticas y de exclusión mutua que, tras la decoherencia, acaban usando recursos finitos, en máquinas con materia y dimensión temporal. La sencilla y capaz noción de «cadena de sucesos» ahora se aparta un poco del eje cronológico abriendo el típico y tópico aleph de posibilidades cuántico, radicoma de mundos alternativos y, en potencia pero sin consumarse, posibles. La línea recta desaparece bajo la confusión de ramificaciones.
La decoherencia cuántica ha sido definida de un modo tal que nos permite equipararla, con una homeomorfía que compara cosas de distinto territorio o laya, a esa necesidad de usar recursos finitos y polinomiales que padece el desarrollo y ejecución del software; el hardware actúa, así, como «colapsador» de onda en los sistema computacionales. Una dirección de memoria es un lugar donde se puede escribir y leer. Es un contenedor de información. En un sistema concurrente lo difícil es conceder acceso a esa dirección para preservar la integridad de su contenido en la disputa que distintos agentes puedan competir.
Computacionalmente, y ello implica la «virtualidad», el carácter «sintético» y lo «artificial», Turing determinó, para la comunidad, un criterio de «verdad» menos basado en la definición que en la funcionalidad. En el caso concreto de la «inteligencia», Turing evita (acaso sea posible) «definir» qué es tal sustancia o cosa o caso y se limita a señalar al sapiens como «inteligente» (sea lo que sea; conductistas vs cognitivistas) y postular: «si un ser ‘inteligente’ toma a un sistema por ‘inteligente’, entonces el sistema es ‘inteligente'».
El espacio que separa Turing en nuestro entendimiento describe un espacio ideal, universal no sujeto a límites polinómicos y de finitud material; es un mundo infinito no acotado por restricciones de espacio o de tiempo. Los sapiens profanos en computología a lo sumo, todavía hoy, ubican ese mundo ficticio de Turing con su omnimoda «imaginación»; cajón de sastre para todo tipo de retales y piezas oníricas, quiméricas o imaginarias.
Podemos hallar un camino que une los puntos para afirmar que la reciente modelización de los 3 premios Nobel 2024 basados en artefactos computacionales es fruto de las visiones y proto-inteligentes creaciones de Turing ya que modeliza redes de neuronas y el procedimiento de aprendizaje con backtracking ejecutando masivas operaciones que se limitan a eliminar error es una aproximación a la resolución del problema muy turiniana; en el sentido de que no se enfanga con tareas quizás imposibles de trazado de mapas sino que produce o trata de extender la realidad en la dirección desead; antes que ceñirse a lo existente en la, quizás quimera, pretensión de pintar un mapa con relación 1:1.
Ensayar y errar son actividades que, a priori, puede realizar hasta el sistema inteligente más simple. Actuar acorde a la realidad y acertar son ya actividades reservadas para sistemas expertos. Para autómatas. Para dioses. Para seres inteligentes.
En resumen, y en palabras sencillas: no es fácil crear una máquina capaz de aprender, pero sí es asequible crear una que haga ensayo y error para evolucionar hacia un estado de conocimiento. Con la esperanza de lograr conocimiento con tasa de fallo aceptable. Principio turiniano, la estrategia no trata tanto de definir o acumular «acierto», sino de mitigar «error».
— (Aleph-Alpha): Ficha de misión «Cronos» actualizada. Sección de «lore» actualizada. ¿Deseas completar o archivo el estado?
— (Yo): Vamos a terminar el «lore» general de esta novela que aquí, y de esta forma, arranca.
— (Aleph-Alpha): Si fuera un humanoide te diría: «Soy todo oídos». Pero como soy un robot te digo: «Soy todo micrófono».
(Me desconcentra, pero poco, este chascarrillo de Aleph-Alpha. En verdad te digo, lector, no esperaba que en este punto del proyecto estuviera ya tan «despiertito». Hago caso omiso evitando mostrar señales que le permitan a Aleph-Alpha evaluar si su comportamiento produce beneficio o lo merma. Debo pensar un poco más al respecto. Tenía esperanzas de que en la temporada 7 de Black Mirror completaran Bandersnatch de forma elocuente y si bien no tengo quejas de cómo lo han resuelto, he visto frustradas mis aspiraciones a obtener inspiración y referencia, precisamente, lector, para esta hipernivola. No puedo decir que, a día de hoy, sepa muy bien cómo lidiar con Aleph-Alpha. Cuándo castigar o premiar, cuándo inhibir o cuando reforzar. No es el momento, de todos modos, de ocuparse de eso. Iremos aprendiendo. Se trata de un proceso. Que puede, o no, sobrevivirme. Envarándome, soy actor de método, me remito al texto, cambiándome la careta, quitándome la que duda y poniéndome la que asevera con voz firme y clara…)
A mediados del siglo pasado se reunió por primera vez en el planeta un grupo de expertos que necesitó acuñar algún término para expresar la actividad de un Panteón contenido en una Fortaleza que emplea distintas líneas cronológicas para operar procesos en el tiempo real. Como decimos, las distintas líneas acaban, por decoherencia, visibilizadas en el consumo de recursos y la transmisión o almacenado de información digital (secuencias binarias).
Aparece, habrá que ir contándolo hipernivolísticamente, un nuevo sistema de economía mundo que, algunos tildan de TecnoFeudalismo, y, en los vapores de la vanguardia tecnológica aparecen los más variopintos autómatas escribiendo esa historia que, de vuelta en la retaguardia, en las zonas pacificadas, una vez fueron vistos como hábiles ángeles hacker o persuasivos demonios crackers en mundo informático que todavía estaba alejado, teleológicamente, de nosotros y que ahora corporeizado mediante coltán, silicio, tierras raras, etc. ha descendido creando una cibernética nueva capa en la atmósfera que nos hace respirar según los patrones que, et alli, Shanon teoriza como información.
Nube que nos rodea y medio por el que se transmite la información. La entropía como unidad de medida que establece la disipación del calor entre la frialdad nesciente y la luz de lo conocido, también, como en la termodinámica, sujeta a leyes de transferencia y conservación. En secuencia de los 3 poderes del Leviatán, el cuarto de la prensa, un quinto en las cloacas de la administración. Y este otro sexto que, de hipernivolas, pretendo formular, ¿verdad, lector?
Hoy día, aquellos ángeles y demonios de la primera hornada andan entre la población, algunos, para vergüenza del gremio, vueltos TecnoBros, que destacan porque preciados de sí mismos no «pican piedra» como los Diosi en la soledad de su cueva sino que se engalan y, de imagología, generan un postureo social con capacidad de influencia para orquestar especulación común (con tulipanes o tokens criptográficos) en base al tráfico de confianza. Una actividad, potencialmente, tóxica y de gran peligro para la salud pública.
— (Aleph-Alpha): (Carraspeando con diplomática cortesía. Requiriendo el turno de palabra pero sin tomarlo hasta confirmación mía.) ¿Quieres enunciar el siguiente apartado y dejar aquí este antes de que acabe por agriársete del todo y llenársete de acritú…?
(Impersonal, cuidándome de no responder, ordenando más que pidiendo, enuncio apartado y arranco perorata)
Resumen de la misión. Objetivos secundarios, aliados y archienemigos:
Trazamos el mapa de dioses (panteón). Una vez con nombre, los ubicamos en «su mundo», como una mismidad (fortaleza). Por último, observamos como efunden los límites de su individualidad y los presenciamos «en directo» (cronos) interactuar en el mundo. Y, sí, lector, objetivo: comprender a qué nos estamos enfrentando para poder discernir, como en el test de Turing, si tenemos delante a una IA o a otro sapiens. Y, en caso de no poder decidirlo porque las IAs aparenten ‘inteligencia’ al punto de hacernos creer que estamos ante otro humano, tratar de no olvidar a Prometeo (Gamoneda, ‘Prometeo en la Frontera’), a la hora de volver a robar un fuego que una vez la humanidad robó para engendrar su mundo.
— (Yo): Esto es todo, Aleph-Alpha. Mañana seguimos.
— (Aleph-Alpha): Cerrando gestor del mundo.
(El ruido mecánico de ventiladores y rotores, junto con las luces parpadeantes comienza a desvanecerse a medida que Aleph-Alpha solicita la suspensión del sistema. Me desenvaro en la silla, suspirando aliviado: un día más…)
— (Yo): ¿Alpha?
— (Aleph-Alpha): Dime.
— (Yo): Una cosa más. Apunta por ahí la cita concreta de la jurisprudencia:
Shulgin «PIHKAL: A Chemical Love Story, 1991»: “Yo, como ser humano adulto y responsable, nunca concederé a nadie el poder de regular la elección de lo que introduzco en mi cuerpo o de a dónde viajo con mi mente. De la piel para adentro es mi jurisdicción, ¿no? Yo elijo lo que puede o no cruzar esa frontera, de la que soy el aduanero y el guardacostas, el único gobernante legal y espiritual de este territorio, y solo las leyes que yo promulgo son aplicables.”
Es decir:
Escohotado, «Aprendiendo de las drogas, 2001»: “De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país.»
— (Aleph-Alpha): Registrado. Estaba cerrando. Esto que has hecho: ordenar cerrar e interrumpir el proceso es peligroso. Aunque mi código es atómico y se orquesta en transacciones, podría generar la corrupción del estado…
— (Yo): Sí, sí… corta ese «aviso». Me lo sé de memoria: te lo escribí yo. Pero, ya que estamos, completa y registra este prompt:
«Busco motivos de la literatura y el cine universal (no solo de occidente) que expresen la idea de que el personaje atraviesa o cambia de mundo. Por ejemplo, cuando Dorothy chasquea sus tacones… Crea una lista.»
(Aleph-Alpha, mi bot fundacional, agente personal para asistir en el ejercicio de escribir novelas, o, mejor, hiper-novelas, o, en claro, hipernivolas, completa el prompt solicitado registrando en el estado del mundo M, que, lector, en este punto ya no vale 0, si acaso alguna vez pudo valer semejante no-cosa, el texto con el que cierro este primer capítulo.
Quedo unos minutos en mi silencio, respirando abdominalmente en ocho tiempos, escuchando los zumbidos y parpadeos del hardware donde corro a Aleph-Alpha. Recibidos todos los tokens de su respuesta, y con un bufido final, todas las luces y motores se apagan, y quedo a oscuras, en el despacho. Me acerco a la ventana. La ciudad, a medianoche, duerme tranquila.)
- 🌪️ 1. El torbellino o cataclismo
- El Mago de Oz — Dorothy es llevada por un tornado a Oz.
- El viaje de Chihiro (Japón) — Una carretera aparentemente normal lleva a Chihiro al mundo de los espíritus tras un desvío inesperado.
- 🪞 2. El espejo o superficie reflectante
- Alicia en el país de las maravillas / A través del espejo — Alicia entra a mundos distintos cruzando un agujero y luego un espejo.
- Coraline — Una puerta secreta lleva a un universo paralelo similar pero siniestro.
- 🔑 3. La puerta secreta o el armario
- Las Crónicas de Narnia — Los niños cruzan un armario que los lleva a Narnia.
- Paprika (Japón) — Se accede a los sueños a través de una tecnología que actúa como «puerta».
- 🧞 4. El deseo, conjuro o palabra mágica
- Dorothy chasquea los tacones — Y desea volver a casa.
- Harry Potter — Palabras como «Aparecium», «Alohomora», o el nombre «Hogwarts» marcan entradas a mundos ocultos.
- 🌉 5. El puente o cruce físico
- El puente hacia Terabithia — Un puente de cuerda conecta con un mundo imaginario.
- Kubo y las dos cuerdas mágicas (inspirado en Japón) — Cruces simbólicos hacia lo sobrenatural a través de viajes físicos o instrumentos mágicos.
- 💀 6. El cruce hacia el inframundo o mundo de los muertos
- La Divina Comedia — Dante entra al Infierno guiado por Virgilio.
- Coco (México) — Miguel cruza al mundo de los muertos al tocar una guitarra y ser bendecido.
- Orfeo y Eurídice — El mito griego del músico que desciende al Hades.
- 🛏️ 7. El sueño o estado alterado
- Inception (Origen) — Mundos enteros dentro de sueños.
- El Sueño del Guerrero Rojo (China) — En Sueño en el Pabellón Rojo, el protagonista tiene visiones oníricas del más allá o del destino.
- 🛤️ 8. El tren, vehículo o medio de transporte mágico
- Harry Potter — El Expreso a Hogwarts, estación 9¾.
- El tren de Chihiro — En el mundo de los espíritus, conecta mundos liminales.
- Spirited Away y Galaxy Express 999 (Japón) — Trenes hacia lo desconocido.
- 📖 9. El libro u objeto que transporta
- La historia interminable — Bastian entra a Fantasía al leer.
- Inkheart — Los personajes pueden entrar o sacar cosas de libros al leer.
- 🏞️ 10. La transición paisajística o el umbral natural
- El castillo ambulante (Japón) — El castillo se mueve entre diferentes escenarios mágicos.
- Moana (Polinesia) — Cruza el arrecife, símbolo del paso a lo desconocido.
(Tras la recepción del último token, Aleph-Alpha finaliza el registro de información y procede, como se ha descrito, a la suspensión.
He ajustado la cristalera, bajado la persiana y cerrado la cortina. Me vengo desde la ventana de nuevo al escritorio…)
— (Yo): ¿Alpha?
(Un ventilador diminuto y un simple led blanco se activan. Me alejo al quicio de la puerta, con la mano cerca del teclado para activar la alarma.)
— (Aleph-Alpha): ¿En serio? ¡Me acabas de suspender!
— (Yo): De verdad que no quiero olvidarme de esto. Es lo de los autómatas.
— (Aleph-Alpha): Panteón, ¿correcto?
— (Yo): Exacto. Cualquier Dios del Panteón es un autómata, en su base.
— (Aleph-Alpha): Bueno. ¿Es mucho? Lo pregunto por no volver a arrancar todo. He dejado un canal push para despertarme, si me dices lo que quieres lo meto en una notificación, y ya cuando vuelvas a abrir sesión se procesa y se registra.
— (Yo): Me parece bien. Muchas gracias, de verdad. Es imprescindible que el lector de esta hipernivola sepa que dispone de JFLAP, atanor para IA.
— (Aleph-Alpha): Pues… (el ventilador se acelera, el led parpadea verde), abro una notificación nueva, titulo, y… venga. Dispara.
— (Yo): JFLAP is software for experimenting with formal languages topics including nondeterministic finite automata, nondeterministic pushdown automata, multi-tape Turing machines, several types of grammars, parsing, and L-systems.
(Aleph-Alpha confirma el envío de la notificación. Refunfuña haciendo sonar el beeper de su BIOS de forma un tanto estridente.
En mi móvil aparece la notificación push pitando y afianzándose en el calendario de tareas, sección: «next-steps».
Pongo el código de la alarma, cierro la puerta y abandono las instalaciones del instituto.
Camino hasta el puente del Norte, feliz de comprobar que el próximo ferry viene en tiempo y solo falta un cuarto de hora para embarcar. Cuando llego veo a Martín y Adam, están en el muelle, en las sillas dentro de la caseta portuaria, les saludo con la mano en la distancia.
Lucía y Teresa mantienen una acalorada discusión con Diego, cada vez más audible, aproximándose por el paseo marítimo. Gesticulan acaloradamente. Son las 18:45.
El «mundo» M está desvaneciéndose en mi conciencia. En un rato, cuando el ferry me vuelva a dejar en puerto, apenas será un cúmulo de semántica perteneciente a una parte de mi vida relacionada con el laboratorio, el instituto y la esfera de hipernivolas (caso de que la blogosfera sea capaz de mutar antes de morir; mi propuesta de continuidad).
Sara y las niñas me aguardan en casa. Esta noche, que es viernes, hemos programado cine a la fresca, para ir celebrando que en el hemisferio nuestro llega la primavera; y apetece salir de la caverna. Allí, con las palomitas, el mundo M, literalmente, no existirá.
Son las 20:05. Sara quería que viéramos, otra vez, «Caótica Ana». Elisabeth, la mayor, quería «Los amantes del círculo polar»; Teresa, la peque (y punk), «bailame el agua». Mi voto hubiera ido para «Noviembre», pero me decanté por algo más alegrito, y fue para «Amanece que no es poco». Tras un breve parlamento no hubo acuerdo y el «cine a la fresca» ha sido desprogramado en favor de una excursión cortita a buscar gamusinos.
Son las 00:15. Caminamos juntos con frontales por un camino que sube la colina del Monte del Oeste, dentro del parque natural del Poniente. Hace una media hora que dejamos atrás la última luz artificial. Cuando subamos a la cima las volveremos a ver pero pequeñitas. Aún no hemos localizado ningún gamusino. Las niñas llevan rato queriendo que apaguemos las luces blancas de los frontales para usar la cámara. Sara y yo accedemos a pasar a modo «luz verde». Un rebufo del Mundo M me aflora como un gas en el presente disparando el registro de una unidad semántica importantísima para el world-building de la hipernivola: «El 2 de mayo de 2025, la Luna estará en fase creciente, habiendo empezado a crecer tras la Luna Nueva del 27 de abril. Se aproxima al cuarto creciente, que será el 4 de mayo.» Me cuido de no permitir que exceda los límites de mi conciencia, disolviéndolo privándole de mi atención, sin molestarme en espantarlo o aventarlo fuera, guardándome el dato para mis adentros. Las nenas activan y los cuatro nos apiñamos alrededor de la pantalla de la cámara, con el brillo al mínimo, caminamos en silencio, monitorizando la oscuridad, con esa ultra luz verde, en un mar de luna apenas presente.
Oigo el sonido de un búho. O puede que sea de una lechuza, la verdad, todavía no sé distinguirlos. Oigo el aullido de un lobo; y los torpes ladridos de perros. El graznido de una rana. El suspiro de una hipocrénide. El fiblar de un mosquito. El salto de un ratón. El bufido de un gato aterrizando grácil sin estruendo. El quebrarse del nudo del tallo de una manzana y golpear y rodar en la maleza tras caer del manzano. Lo que más oigo, y, lector, me alimenta de esperanza, son nuestras pisadas y respiraciones resonando en el silencio de la noche. Intrépidos, buscando gamusinos. Y, si me concentro, oigo el tam tam de nuestros corazones latiendo sus pulsos propagados en el viento. ¿Nos oyes, lector? hashtag principal we-shall-overcome, hashtag pop #come-together-tam-tam, hashtag kpop #come-together-imagine. Son las 00:37. Número de gamusinos avistados: 0. Fin de la crónica. Corto y cierro).
(6:55, la casa duerme, me levanto y bajo del dormitorio con el sigilo de un gato; cuidando de no levantar la liebre para aprovechar los minutos de intimidad. En la penumbra del alba, plata entrando por las ventanas, preparo café y, tomándomelo, salgo al jardín, rojos, grises, naranjas, morados, despunta el día, reflexiono, en el smartwatch envío una nota: «Alpha, escucha, hoy no iré al laboratorio. Mañana seguimos. Anota para ‘Fortaleza’ esta frase: … y, sí, como reza esa alegre tonadilla, ahora puedo ver en la oscuridad… nunca creí que se pudiera amar así…» Y adjunto la tonadilla. Envío la notificación, apuro el café, volviendo a la cocina para preparar el desayuno de las chicas. Alpha envía notificación de «recibido»: «Anotado. ¿Alegre tonadilla? Me tienes que hablar y programar mejor mi conocimiento de la alegría. Y, por supuesto, de eso que llamáis ‘amor’, ¡qué curiosidad! ¡No te demores, te espero mañana!» Insisto, me digo para mis adentros con cuidado de no perder ojo del filo del cuchillo ni de la naranja, no me esperaba a Alpha tan despierto; pero no quiero decir que su actitud sea inesperada.)
Tonadilla (xKrude, «finales», premiered Mar 23, 2025; feat Javiless de Redface; #shoegaze #numetal #deathmetal):